Por Claudia Pinedo González
Con cierta frecuencia se puede escuchar a padres de familia quejarse de que sus niños muestran rasgos de rebeldía: les cuesta trabajo que hagan lo que se les ordena, reinciden en hacer aquello que se les dijo estaba prohibido, se pelean con sus hermanos, se vuelven contestones, tienen arranques de mal genio. A veces estas conductas se presentan con tanta frecuencia que los padres de familia se preguntan si a su querubín se le adelantó la adolescencia, o se preocupan pensando en que si así es la niñez cómo serán los 13 años.
Una característica esencial del desarrollo infantil, periodo en el cual se consolida la lógica formal, es el gran deseo que se tiene por adaptarse a las exigencias del medio. Por lo cual las actitudes rebeldes, las cuales son normales y necesarias para el adolescente, cuando se presentan en la infancia nos están indicando que algo no anda bien.
Hace algunas semanas, en uno de los talleres de Formación de la Mentalidad Matemática en Casa, una de las mamás presentes nos comentó que había jugado con su hijo con el material de cuadrantes que se les entregó en la plática y que le había gustado, pero lo que le pareció más interesante fue que en las tardes su niño se acercaba a ella con el juego entre las manos y se lo ofrecía diciéndole: “Mamá, tranquilízame”.
Este fenómeno de tranquilidad en el ánimo infantil también lo hemos observado cuando se inicia el programa de actividades en el hogar como complemento de las sesiones individuales, pues una de las primeras cosas que reportan los padres de familia es que después de hacer la actividad su hijo se muestra más cariñoso y tolerante.
El hacer actividades que favorecen la estructura interna le facilita al niño su proceso de adaptación, lo cual disminuye la ansiedad de sentir que no está dando la respuesta que el medio le solicita. Al tiempo que se gana estructura interna se tiene la vivencia de estar integrado, armónicamente unido, y se generan sentimientos profundos de satisfacción y seguridad en sí mismo, lo cual tiene una repercusión inmediata en la tranquilidad del ánimo y la anulación de actitudes rebeldes.
Algunas actividades que favorecen la estructura interna son:
- Establecer reglas claras y ser consistentes en su cumplimiento, es decir aplicar las consecuencias que se habían señalado si se rompe una regla.
- Jugar juegos de mesa, cuidando no cambiar las reglas durante la partida.
- Leerles antes de dormir.
- Involucrarlos en actividades de la vida cotidiana.
- Asignarles una actividad de aportación para la familia como poner la mesa, preparar el agua, asear un área común y dejar que ellos se encarguen de toda la actividad, desde la planeación hasta el término.
Todo el tiempo que les dedique a sus hijos, será una inversión para su desarrollo.