Por Olivia González Aguilar
En muchas ocasiones creemos que nuestra dificultad para entendernos con los adolescentes se debe a que nuestros valores y juicios ya están fuera de época, o bien, porque ellos conciben que los mayores no tenemos nada que aportarles. Sin embargo hay un elemento frecuentemente olvidado el cual es determinante para que la comunicación con nuestro hijo adolescente sea eficiente: la riqueza, claridad y precisión del vocabulario que usamos.
Cuando el vocabulario es pobre e impreciso se hace muy difícil la comunicación, pues será pobre el análisis y entendimiento de las situaciones, así como la posibilidad de compartir sentimientos e ideas. Así pues, un vocabulario inadecuado puede ser un factor del distanciamiento que el joven puede sentir respecto del adulto y viceversa; por lo cual si deseamos mantenernos en comunicación permanente con nuestros hijos debemos proporcionarles desde pequeños un amplio vocabulario.
Los términos en la comunicación son como los tabiques en una casa. Si contamos con pocos tabiques, la habitación que construyamos será muy reducida. Es pues a través de las palabras cómo nos explicamos a nosotros mismos y a los demás. Los términos son las alas que nos permiten elevar nuestro espíritu y el medio por el cual podemos analizar y explicarnos el mundo que nos rodea.
Sólo podemos identificar los elementos que conforman un objeto material cualquiera, o bien un aspecto de nuestra existencia, a través de los términos que los describen. Por esta razón, a mayor riqueza de vocabulario corresponderá mayores posibilidades de lograr una vida humana más plena.
Por otro lado, desde un punto de vista práctico, entrar a la vida escolar siendo poseedor de un vocabulario variado, rico y preciso, incrementa las posibilidades de éxito académico. Una de las causas que hacen que algunos niños y jóvenes tengan grandes problemas para comprender la lectura y que sientan poco interés por ella, radica precisamente en la pobreza de su vocabulario.
La etapa propicia para que se forme el vocabulario en el ser humano, es desde que nace hasta los catorce años. Después de los catorce años, disminuye sensiblemente el interés por aumentar el vocabulario y, a partir de entonces, se incorporarán solamente palabras derivadas de los aspectos técnicos que el sujeto vaya aprendiendo.
Por lo cual, los adultos que estamos en contacto con los niños somos los responsables directos de forjar en ellos un vocabulario amplio y preciso. Un error muy común en contra de la riqueza del lenguaje es tratar de adivinar lo que el niño quiere expresar sin darle la oportunidad de esforzarse en encontrar los términos correctos, ni estructurar su idea. Otro error es el uso de “eso” o “esto” al hablar: “pásame eso”, “me pegué con esto”. Pero quizá el más dañino es el descuido en el valor de las palabras, esto es, usarlas sin que se correspondan con la realidad. Por ejemplo, usar frases no precisas como “espérame un segundo” o “ensuciaste toda la casa”; hacer amenazas falsas: “si te sigues portando así te voy a dejar con el señor policía”; o no cumplir el castigo o premio acordados.
Algunas actividades que podemos realizar para desarrollar el vocabulario de nuestros niños son:
- Leerles por lo menos durante 20 minutos todos los días un texto que les interese.
- Utilizar siempre los términos precisos para referirse a los objetos, acciones, sentimientos.
- Antes de hacer una promesa o fijar un castigo estar seguros de que lo cumpliremos.
- Relacionar las habilidades de lectura y escritura con actividades de la vida cotidiana: hacer listas de compras, dejar recados, encontrar tesoros siguiendo pistas escritas, seguir procedimientos para actividades manuales y recetas. Involucrar a los más pequeños para que se expresen con dibujos o signos.
- Entusiasmar a los niños en la utilización de sus habilidades de escritura elaborando un libro de cuentos.
- Escuchar canciones y cambiar a ademanes o acciones lo que dicen, explicar el tema y aquellas palabras que no sean comunes.
- Hacer glosarios de términos de sus temas favoritos o de contenidos escolares.
El poseer un vocabulario amplio nos da la posibilidad de una comunicación con riqueza y fluidez, estimula la actividad mental, produce seguridad y confianza en sí mismo. A continuación se proponen dos juegos para el desarrollo del vocabulario.
Recuerde: todo el tiempo que se invierte en la infancia de nuestros hijos en actividades para el desarrollo de sus habilidades, es un tiempo que reditúa en la adolescencia.